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ZONORIDADES 3: LA NOCHE DE TLATELOLCO, LA NOCHE QUE NO SE OLVIDA.

“Son muchos. Vienen bajando, vienen riendo…” , tal vez sean algunas de las líneas escritas más leídas por los mexicanos del siglo XX y de los que faltan. Elena Poniatowska encontraba con estas palabras, la introducción precisa que abría cual caja de Pandora, todas las emociones y sentimientos vividos por los participantes y ciudadanos que de una u otra forma el Movimiento Estudiantil de 1968 en México les cambió la vida.

La revuelta estudiantil es retratada en los meses previos al fatídico 2 de Octubre, el suceso de la Masacre y las repercusiones que ésta tuvo en la rutina de los capitalinos. De viva voz, Poniatowska deja que los testimonios de la gente hablen por sí mismos, una tarea titánica ante un gobierno represor como el de Díaz Ordaz primero y después el de su sucesor Echeverría, quien para muchos tiene el “honor” de haber planeado la matanza. Así, el libro cobra vida al no fundamentarse en parámetros literarios de estética y forma, sino de entrañas y corazón, pues son los relatos de los líderes estudiantiles, profesores, padres de familia y curiosos que atestiguaron como se reprimía uno de los derechos fundamentales de nuestra Constitución: el de manifestarse y ser escuchado por las autoridades, los que dan vox populi a un conjunto de enfrentamientos ideológicos, de clases y de tradiciones sociales caducas.

Lo que comenzó como una pelea callejera y ulterior reprimenda de revoltosos por parte de papá Gobierno, desembocó a partir de allanamientos militares de Vocacionales, en un Movimiento Estudiantil que pedía y exigía demandas políticas que atañían a la efervescencia de la época: disolución del cuerpo de granaderos, destitución de jefes policiacos, libertad de presos políticos y mejoras en las facultades y prepas, todo esto sin dejar de mentarle la madre al magnánimo C. Presidente de la República. La narración de aquellos días que Poniatowska enmarca apropiadamente con los titulares de diversos diarios de la capital, leyendas de volantes repartidos por el Movimiento y pancartas que se llevaban en las manifestaciones, retrata la opinión que en los capitalinos ya se tenía del régimen, un sistema político que lleno de conservadurismo, no supo afrontar la democracia a tiempo y prefirió una salida llena de belicosidad.

Tortura y vejación son plasmadas en imágenes abominables que se recrean a través de los puntuales testimonios recabados por la autora. Ahí tenemos el desgarrador y perturbador relato del líder de Chapingo, Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, quien fue apresado en el Campo Militar No. 1 y sometido a interrogatorios y constantes violaciones de sus derechos, mediante golpizas interminables e insultos floridos, provenientes del más extenso y bonito léxico que un soldado de la Gran Armada Mexicana pueda tener.

Asimismo, aportan sus vivencias las cabecillas del Movimiento: Luis González de Alba (autor de otro libro relacionado con el 68, Los días y los años), Salvador de la Roca Pino, Eduardo del Valle el Búho, Pablo Gómez (hoy senador de la República); también profesores como Eli de Gortari y Heberto Castillo aportan su descripción de los aciagos días de persecución de los cuales fueron víctimas. Todas las voces son escuchadas, todas las voces son recuperadas del miedo y de la angustia. Y precisamente la importancia del libro, radica en el lenguaje utilizado, sin tecnicismos ni conceptos rebuscados, todo tan literal como las injurias, groserías y con el caló del castellano mexicano. Con esto, Elena Poniatowska supo retratar la esencia de un Movimiento Estudiantil que basaba su éxito en el contacto con el pueblo, en la retroalimentación de demandas y necesidades.

De esta forma, La Noche de Tlatelolco, constituye no solamente un documento histórico por su contenido, sino que se le tiene que considerar una voz de reclamo y de alegría a la vez, pues aun con la mas asfixiante de las angustias, los testimonios resplandecen en la oscuridad de la barbarie por el simple hecho de haber confrontado al régimen en una época donde el establishment y las buenas costumbres eran indispensables para sobrevivir en la doblemente moral sociedad mexicana.

Elena Poniatowska le dio voz al Movimiento, le dio voz a Tlatelolco. Y no se olvida, sus páginas estarán ahí para recordarlo.

Héctor Arce.

Complementando esta reseña, puede dar click en este link:
www.enlacocinita.blospot.com, donde se presenta una crónica que pretende enriquecer la visión y opinión que el lector tenga de los sucesos del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco.

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