Filled Under: ,

EN SAN LUIS POTOSÍ EL ROCK HA MUERTO. Por Wilfred H. Arce



Nadie escapaba a una noche ventosa, con una brisa gélida que saludaba grácilmente al reciente calor primaveral, en pocas palabras, una atmósfera ideal para dejarse llevar entre sudor, alcohol y armonías sonoras, pero sobre todo de las últimas. La espera pronto aglutinó mi desconcierto y desasosiego con impaciencia y disgusto, una cerveza solo fue un refrescante preámbulo de lo que acontecería. El público buscaba un lugar, el sitio adecuado para recibir el mejor golpe, el ataque fulminante y tal vez recibieron algo de esto al escuchar a la banda abridora, XIII, trio potosino que articula una furia post rock desmedida con una cada vez más precisa ejecución. Ellos se conocen y acribillan al momento, dejando al espectador con la guardia baja y a merced del tiro de gracia: una bala cargada de shoegaze, atmósfera a la joy division y un grito ahogado en la penumbra. Ahí el negro prevalece, desde sus sombras hasta el inquietante momento en que la electricidad emite el último zumbido a través del amplificador. Si en ese instante hubiera terminado la presentación, la satisfacción hubiera sido paralela al disfrute de un aquelarre de placeres paganos. Sin embargo, la tertulia continuaría. Y así fue.

Preámbulo de un crimen: el rock rasguñaba las paredes

Me es indiferente como vista, hable y piense la concurrencia, pues fijarse en estos aspectos es elaborar un prejuicio que solo conduce a un punto de vista endeble y carente de sustento. Más me es necesario apelar por algunas de estas circunstancias que en mi peculiar observación, solo distraen al rock de su ya longevo cometido de constituirse como un agente contracultural que le restriegue en la cara al orden establecido lo que está prohibido, lo rebelde, lo que se retuerce en las entrañas del subterráneo. Para esto, la segunda banda tomaba por sorpresa al público, con pocos argumentos musicales que incitaran a pensar que habría un in crescendo en dicha presentación. No hubo tal, y la audiencia un poco fastidiada por los sonidos emanados de los Ekamentes, tuvo que tragarse una retahíla de vituperios, sentido del humor nulo y sesión de stand up comedy musical que hundieron la velada. Para el olvido la diadema con cuernos de diablito pachuco del bajista, con más pena que gloria, asemejando a un Tin Tán venido a menos en un karaoke que vomita rock y ska y punk y que termina por no ser ni lo uno ni lo otro. En este periodo tuve que comprar más cerveza y, cobijado por la deficiencia musical de los dichosos Ekamentes, observé que no solo el rock se descompone con grupos que quieren tocar todo a la menor provocación, creyendo realmente que al músico lo hace la diversificación y no, como es sabido, a la entrega de un proyecto bien estructurado y con un rumbo definido. A este paso, los Ekamentes terminarán tocando como grupo versátil en cualquier evento. Esto, sin duda, es un reflejo de lo que en el público sucede y se ha ido transmutando ya por varios años: la pose y el esnobismo anteponiéndose al talento y a la verdadera personalidad del individuo. Barbas, lentes de pasta, tenis Vans, el caló de lo cool y del que está trendy, el denominado por los medios como hipster que viste como vagabundo con ropa de marca. El seudo músico aparenta en una pose lo que los medios fabrican día con día y su máxima aspiración es aparecer en las pantallas de Telehit con el inefable Claudio Rodríguez o en la portada de su misma revista. Para el público eso es rock y los jeans desgastados de los Ramones y de Nirvana, terminan siendo bonitos y aceptados en los eventos nice de los grupos del momento. Esos jeans ramonudos ya solo son parte del fantasma de la prehistoria del rock, cuando un pinche agujero en la rodilla de Joey significaba pertenecer a lo más hundido y creativo del rock, y no al mainstream que masifica la apariencia y nulifica la música inteligente. Todos buscan ser diferentes y terminan siendo uno solo, con el mismo uniforme, con la misma idea preconcebida del rockstar. El crimen casi se consuma.

Antes de que cante el Gayo, todo se habrá ido al demonio

Como en un suspense de Hitchcock, la concurrencia esperaba la vuelta de tuerca, el desenlace conciso y directo, sin ningún contratiempo, o al menos eso era lo que yo tenía en mente. Vicente Gayo departía entre sus miembros con el correr de cervezas y con vistazos que propinaban al escenario cuando XIII ejecutaba su set de canciones, al inicio de la velada. Chato, su manager y ex integrante de Austin TV, fue quien más atención puso en los potosinos. Después Ekamentes y Vicente Gayo, quienes al igual que muchos asistentes, prefirieron zambullirse en la refrescante y burbujeante bebida etílica que según dicen ya tomaban los egipcios. Después su turno. Pero el regordete Hitchcock no aparecía y nunca terminó por aparecer con sus macabras jugarretas. A Vicente Gayo lo terminó jodiendo la planeación del toquín, pues la inclusión de una banda como los Ekamentes, dio al traste con el ánimo que había encendido una hora antes XIII, por lo que después de ellos el Gayo hubiera cantado y el rock hubiera aun respirado. Sin embargo a esa hora de la madrugada ya la hecatombe había aniquilado al protagonista y Hitchcock no utilizó siquiera uno de sus clásicos cameos para resucitar la velada. Tristemente, a Vicente Gayo tampoco le ayudó la ausencia de su guitarrista original, quien era indispensable para crear los trucos musicales que habían emparentado a los gayitos con cualquier banda math rock del país vecino que masca inglés, llámense Hella, Don Caballero o hasta los Battles. Este tipo de incidentes, como lo son la mala planeación del cartel, pose de rockstars por parte de bandas incipientes y sin mucho que ofrecer (Ekamentes) y que derribaron fastuosamente el ánimo del respetable, quienes muchos incluso pusieron pies en polvorosa al termino del set de dicha banda y que dejaron a su mala fortuna la presentación estelar de un Vicente que no terminó de cantar como Gayo y se ocultó en la oscuridad de una noche de crimen: al tercer canto del Gayo, el rock ya había muerto en San Luis. Y Hitchcock ni sus putas luces.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajaja es enserio lo que dices de los ekamentes? Los fans fans de vicente gayo se hubieran quedado hasta al final a verlos si ese video es de lo ultimo de vicente gallo esta para dormirse ahora los ekamentes trabajan y hacen propuesta es de las pocas bandas en san luis que actualmente trabajan en la escena local y tiene muchos seguidores no por una banda se aguita el concierto de tu banda favorita que vas a ver en nigun lado pues vas a ver a la banda que te apasiona si vicente gayo no tuvo audiencia es por que en san luis no han tenido los suficientes seguidores