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ZONORIDADES: LA MATANZA DE TEXAS (o de tripas me como unos tacos)…

Recién egresado de la universidad, Tobe Hooper, se dio a la tarea de promover un guión que traía bajo el brazo. Dicho guión trataba de una familia de sicópatas que habitaban una granja ubicada sobre las solitarias carreteras de Texas. Después de juntar unos dólares entre varios aventados, comenzó el rodaje de una de las obras cumbre del cine de terror que cambió los parámetros del género. Actores desconocidos, un debutante director y una miseria de presupuesto, fueron los ingredientes adecuados para encumbrar una cinta que se podría calificar de pre snuff y gore, guardando millones de litros de sangre de distancia, debe aclararse.

El personaje principal, un carnicero retardado que gusta de mutilar cuerpos humanos con tremenda sierra eléctrica, es bien sabido que se basó en un asesino serial estadounidense de la década de los cincuentas, el macabro Ed Gein, quien gustaba de profanar tumbas, quitarle la piel a los cadáveres y hacerse sendos trajes de mujer. La diferencia con Leatherface, el personaje de Texas Chainsaw Massacre estriba en que este solo se fabrica mascaras de la piel de sus cenas, en cambio Ed Gein se vestía completamente con la dermis, senos y vaginas de los cadáveres que profanaba y de sus víctimas, dada su marcada homosexualidad.

Acompañando a Leatherface, se encuentran el padre de este, su hermano demente y el abuelito, quien pese a su avanzada edad, le entra con fe al festín de carne humana y salvajismo estomacal. Las víctimas son tres hombres veinteañeros, de los cuales uno se encuentra postrado en silla de ruedas y es hermano de una de las dos chamaconas que logra sobrevivir a la masacre texana. Con las hermosas actrices del reparto, el cine de terror también inaugura el eterno cliché de las chamacas perseguidas por el asesino, las cuales no dejan de gritar en varias escenas, y no se sabe si es por el miedo o por el frio derivado de la perdida de indumentaria que se lleva a cabo durante la sangrienta persecución.

El final de esta excelente muestra de vísceras, tripas, nana y buche, que sería la delicia de varios carniceros de la central de abastos y taqueros de ejes viales y esquinitas de rigor, termina de una forma que a muchos no gusta. Tal vez resulte inverosímil que alguien pudiera escapar del salvajismo del regordete Leatherface y su juguetito preferido (parafraseando al gran Güili Damage de Los Esquizitos), pues el desconocimiento del lugar y sus alrededores, así como el nivel de pánico, lo haría una proeza titánica. Pero para efectos de esta contundente película, la cual hacia las delicias del refinado gusto de los Ramones (recordar que en su disco debut incluyeron un tema basado en dicha movie, “Chainsaw”), la persecución y la supervivencia son de cinco estrellas, aunado a la sangre que corre cual vertedero de rastro de reses, porcinos y demás fauna alimentaria.

Si usted tiene estomago blandengue ni la vea, de lo contrario aviéntese este banquete carnívoro acompañado de un kilo de moronga y abrazando a su nena como si estuviera en las salas oscuras del Cinemas Nova en un lejano 1974.

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