Contra los malos augurios, la banda estadunidense Guns N' Roses triunfó en grande en su concierto del pasado martes en el Palacio de los Deportes, donde más de 18 mil fans se entregaron en cuerpo y alma ante el vocalista Axl Rose, desde la primera canción, Welcome to the Jungle, que generó que miles de personas paradas frente al escenario se movieran al ritmo de ese rock energético, que hizo a muchos otoñales recordar sus primaveras; hombro con hombro, cabeza con cabeza, la masa oscilaba, en un vaivén que semejaba las aguas de un mar agitado.
Una noche rara para muchos, pues antes del concierto en varias pantallas se proyectó el partido de futbol México-Paraguay, que entretuvo al personal ante el consaber de que los Guns suelen entrar al escenario con retraso. A las 23:40, por todas partes se dio la corredera. El guitarrista Rb Finck soltó los primeros acordes. Miles levantaron el brazo derecho con el puño cerrado. Hacía 14 años que el grupo no se presentaba en México. De la banda original, ahora llegaron sólo Axl y Dizzy Reed, tecladista. No faltaron las suspicacias, los comentarios mala leche sobre que este no es el conjunto original. "Se parecen a esos del Creedence Clearwater Revisited". ¿Guns N' Roses Revisited?
No era el caso, pues Fink sí da el ancho y ha destacado en esta gira denominada Chinese Democracy World Tour, que en México tuvo antes como puntos a Guadalajara y Monterrey. "Toca bien, pero ese pinta... es igual a la de Slash", criticaban algunos. No obstante, la mayoría optó por darse a la diversión.
El Domo de Cobre se cimbró con Mr. Brownstone y Live and Let Die. Por momentos, tronaban fuegos pirotécnicos y el escenario se iluminaba con lenguas de fuego. Era la madrugada del ya miércoles y la fiesta estaba en su apogeo. Los covers de ACDC interpretados por Axl sonaron potentes. El clímax del concierto ocurrió cuando el cantante apareció con traje y sombrero de charro para lanzar a los cuatro vientos Sweet Child O' Mine, para miles la más esperada. Es un clásico.
Otra emoción compartida: Axl se cobijó cual niño héroe con la bandera de México en medio de Knockin'On heaven's Door. En Don't Cry, dejó al público la estafeta para que la cantara completa. November Rain generó desgañitamientos. En las pantallas se veían las manos de Axl al piano.
La noche siguió con Patience y Nightrain. Cerró con Paradise City, muy pertinente. Fueron 21 rolas en dos horas de concierto, el cual finalizó al 10 para las dos de la madrugada. Muchos papás llevaron a sus hijos para que vibraran con la música que los hizo reventar hace dos décadas.
Los grupos Nata (de Guadalajara) y Maligno (de Monterrey) fueron los abridores. La salida fue un caos, peor que la llegada, debido a los cortes de circulación vehicular.
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