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ZONORIDADES SEGUNDA DIVISION: Influenza: Amenaza del Mundo; Op. 123, Mov. 2; Réquiem por Fantomas.

Caos. Las dos últimas semanas fueron eso: un apabullante caos. Asfixiante y demoledor como la carne de puerco en vigilia. Sin muchos ánimos para escribir, pero observando el entorno desquiciante de una población sórdida en su desesperación por no ser un apestado, un muerto, una fosa común en el aparatoso sistema de salud pública. La amenaza de un mundo que se incubaba en México, tal cual foco de infección de hedor horripilante, condenados al eterno atraso, desquiciados en la subcultura del Tercer Mundo.

Algo sucedió, un hecho de alarma atroz desde la investidura omnipresente del señor preciso, el mismo que nada sabe y que todos mal informan; el mismo al que le hacen creer que hace lo correcto y se desvive en su narcisismo tenochca; el mismo que solo sabe leer en los labios de su sequito la zalamería barata y el lamebotismo mexicano de la eterna y agusanada clase política. Algo sucedió desde su pulpito protector de un mundo que se enteró que todavía existe México y que supervive entre la marginación y la corrupción (más viva que nunca). Se desenchufó la crisis económica, las Hummers de los profes, las tranzas de los de la Lotería debido a la Amenaza del Mundo: la Influenza naca. Algo sucedió: la desinformación ahondó la grieta cada vez más pronunciada de una involución económica sin precedentes en el presente siglo. El resultado: un boicot generalizado de varios países hacia el nuestro y el enojo endeble del salvador de la humanidad, nuestro principito Felipito.

Pero aun con estos sinsabores que me permití analizar de manera poco profunda y con mas sarcasmo que con un verdadero afán investigador, llegó algo esperanzador hasta mis oídos. Créanme, la música en tiempos de pandemia se escucha mejor, y más cuando en tu reproductor tienes un jazz metalero de profundas venas avantgarde e instrumentaciones frías y calculadoras. Todo en el nombre del ladrón que hiciera famoso en nuestro país la Editorial Novaro en aquel lejano comic setentero: Fantomas, la Amenaza Elegante.

Fantomas intenta amenizar las pandemias (no importa que denominación le impongan al lavado de cerebro), y lo logran con un disco enorme como lo es el The Director’s Cut, donde las películas de terror y suspenso son el móvil de la furia de samplers, melodías jazz y hardcore metalero de alcances espectrales, las cuales se mueven al compás de tres asesinos seriales que son guiados por la locura de un sicópata como Mike Patton (Faith No More). Voces infernales, paranoicas, que se entrelazan a los riffs potentes de Don Buzz (The Melvins, Mr. Bungle), al bajo de Trevor Dunn (Mr. Bungle) que retumba en las entrañas, aderezados por la crudeza satánica de los tambores del seiscientas sesenta y seis veces demoníaco Dave Lombardo (Slayer). Películas de serie B, de culto y consagradas son redimensionadas por este cuarteto fugitivo del mainstream, dándoles un aura de misterio y oscuridad que refleja a la distorsionada sociedad individualista de paranoia bélica. Ahí están las versiones a la Fantomas de El Padrino, Experimento de Terror, El Chamaco de Rosemary y la enorme Cabo de Miedo. Mención honorífica merece la casi instrumental Vendetta, con un ritmo entre jazz y metal lounge que se entrecorta por los bizarros lamentos de Patton: una venganza de excelsitud sonora. Asimismo, está presente el homenaje al controvertido David Lynch y sus Twin Peaks, canción con la cual termina este álbum grotesco en adrenalina y furia demencial, una pesadilla en la cual deseas permanecer por la eternidad.

Pandemias muchas; adictivas solo una: Fantomas.

Héctor Arce.



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