Nadie escapaba a una noche ventosa, con una brisa gélida que saludaba
grácilmente al reciente calor primaveral, en pocas palabras, una atmósfera
ideal para dejarse llevar entre sudor, alcohol y armonías sonoras, pero sobre
todo de las últimas. La espera pronto aglutinó mi desconcierto y desasosiego
con impaciencia y disgusto, una cerveza solo fue un refrescante preámbulo de lo
que acontecería. El público buscaba un lugar, el sitio adecuado para recibir el
mejor golpe, el ataque fulminante y tal vez recibieron algo de esto al escuchar
a la banda abridora, XIII, trio potosino que articula una furia post rock
desmedida con una cada vez más precisa ejecución. Ellos se conocen y acribillan
al momento, dejando al espectador con la guardia baja y a merced del tiro de
gracia: una bala cargada de shoegaze, atmósfera a la joy division y un grito
ahogado en la penumbra. Ahí el negro prevalece, desde sus sombras hasta el
inquietante momento en que la electricidad emite el último zumbido a través del
amplificador. Si en ese instante hubiera terminado la presentación, la
satisfacción hubiera sido paralela al disfrute de un aquelarre de placeres
paganos. Sin embargo, la tertulia continuaría. Y así fue.
Preámbulo de un crimen: el rock rasguñaba las paredes
Me es indiferente como vista, hable y piense la concurrencia, pues fijarse
en estos aspectos es elaborar un prejuicio que solo conduce a un punto de vista
endeble y carente de sustento. Más me es necesario apelar por algunas de estas
circunstancias que en mi peculiar observación, solo distraen al rock de su ya
longevo cometido de constituirse como un agente contracultural que le
restriegue en la cara al orden establecido lo que está prohibido, lo rebelde,
lo que se retuerce en las entrañas del subterráneo. Para esto, la segunda banda
tomaba por sorpresa al público, con pocos argumentos musicales que incitaran a
pensar que habría un in crescendo en
dicha presentación. No hubo tal, y la audiencia un poco fastidiada por los
sonidos emanados de los Ekamentes, tuvo que tragarse una retahíla de
vituperios, sentido del humor nulo y sesión de stand up comedy musical que hundieron la velada. Para el olvido la
diadema con cuernos de diablito pachuco del bajista, con más pena que gloria,
asemejando a un Tin Tán venido a menos en un karaoke que vomita rock y ska y
punk y que termina por no ser ni lo uno ni lo otro. En este periodo tuve que
comprar más cerveza y, cobijado por la deficiencia musical de los dichosos
Ekamentes, observé que no solo el rock se descompone con grupos que quieren
tocar todo a la menor provocación, creyendo realmente que al músico lo hace la
diversificación y no, como es sabido, a la entrega de un proyecto bien
estructurado y con un rumbo definido. A este paso, los Ekamentes terminarán
tocando como grupo versátil en cualquier evento. Esto, sin duda, es un reflejo
de lo que en el público sucede y se ha ido transmutando ya por varios años: la
pose y el esnobismo anteponiéndose al talento y a la verdadera personalidad del
individuo. Barbas, lentes de pasta, tenis Vans, el caló de lo cool y del que está trendy, el
denominado por los medios como hipster
que viste como vagabundo con ropa de marca. El seudo músico aparenta en una
pose lo que los medios fabrican día con día y su máxima aspiración es aparecer
en las pantallas de Telehit con el inefable Claudio Rodríguez o en la portada
de su misma revista. Para el público eso es rock y los jeans desgastados de los
Ramones y de Nirvana, terminan siendo bonitos y aceptados en los eventos nice de los grupos del momento. Esos
jeans ramonudos ya solo son parte del fantasma de la prehistoria del rock,
cuando un pinche agujero en la rodilla de Joey significaba pertenecer a lo más
hundido y creativo del rock, y no al mainstream
que masifica la apariencia y nulifica la música inteligente. Todos buscan ser
diferentes y terminan siendo uno solo, con el mismo uniforme, con la misma idea
preconcebida del rockstar. El crimen
casi se consuma.
Antes de que cante el Gayo, todo se habrá ido al demonio
Como en un suspense de Hitchcock,
la concurrencia esperaba la vuelta de tuerca, el desenlace conciso y directo,
sin ningún contratiempo, o al menos eso era lo que yo tenía en mente. Vicente
Gayo departía entre sus miembros con el correr de cervezas y con vistazos que
propinaban al escenario cuando XIII ejecutaba su set de canciones, al inicio de
la velada. Chato, su manager y ex integrante de Austin TV, fue quien más
atención puso en los potosinos. Después Ekamentes y Vicente Gayo, quienes al igual
que muchos asistentes, prefirieron zambullirse en la refrescante y burbujeante
bebida etílica que según dicen ya tomaban los egipcios. Después su turno. Pero
el regordete Hitchcock no aparecía y nunca terminó por aparecer con sus
macabras jugarretas. A Vicente Gayo lo terminó jodiendo la planeación del
toquín, pues la inclusión de una banda como los Ekamentes, dio al traste con el
ánimo que había encendido una hora antes XIII, por lo que después de ellos el
Gayo hubiera cantado y el rock hubiera aun respirado. Sin embargo a esa hora de
la madrugada ya la hecatombe había aniquilado al protagonista y Hitchcock no
utilizó siquiera uno de sus clásicos cameos para resucitar la velada.
Tristemente, a Vicente Gayo tampoco le ayudó la ausencia de su guitarrista
original, quien era indispensable para crear los trucos musicales que habían emparentado
a los gayitos con cualquier banda math
rock del país vecino que masca inglés, llámense Hella, Don Caballero o
hasta los Battles. Este tipo de incidentes, como lo son la mala planeación del
cartel, pose de rockstars por parte
de bandas incipientes y sin mucho que ofrecer (Ekamentes) y que derribaron
fastuosamente el ánimo del respetable, quienes muchos incluso pusieron pies en
polvorosa al termino del set de dicha banda y que dejaron a su mala fortuna la
presentación estelar de un Vicente que no terminó de cantar como Gayo y se
ocultó en la oscuridad de una noche de crimen: al tercer canto del Gayo, el
rock ya había muerto en San Luis. Y Hitchcock ni sus putas luces.
1 comentarios:
Jajaja es enserio lo que dices de los ekamentes? Los fans fans de vicente gayo se hubieran quedado hasta al final a verlos si ese video es de lo ultimo de vicente gallo esta para dormirse ahora los ekamentes trabajan y hacen propuesta es de las pocas bandas en san luis que actualmente trabajan en la escena local y tiene muchos seguidores no por una banda se aguita el concierto de tu banda favorita que vas a ver en nigun lado pues vas a ver a la banda que te apasiona si vicente gayo no tuvo audiencia es por que en san luis no han tenido los suficientes seguidores
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