Los vestigios del que seguramente fue el segundo templo mayor más importante de la cultura mexica fue hallado en Iztapalapa al realizar obras de remodelación en la explanada central de esa demarcación. Luego del Templo Mayor de la Gran Tenochtitlan, ubicado a 14 km, en el centro del DF, el de Iztapalapa goza de gran importancia ideológica porque los guerreros de este lugar fueron los únicos que lograron derrotar a las huestes de Hernán Cortés.
Hace cinco semanas, luego de interrumpir los trabajos iniciados por la delegación Iztapalapa, los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) iniciaron una serie de excavaciones que, hasta el momento, han logrado determinar que frente al templo de San Lucas y bajo la parte oriente del jardín Cuitláhuac se extendió una gran plaza ceremonial que por lo menos pudo haber tenido tres pisos.
El hallazgo corresponde únicamente a los desplantes de dicha plaza, pues ante el odio que desarrolló Hernán Cortés contra Cuitláhuac y los guerreros iztapalapenses, mandó destruir todos los edificios prehispánicos en ese lugar. Los arqueólogos han descubierto vestigios de un edificio de 35 metros de largo, pero del que aún no se determinan sus límites. Aunque estiman que se trata de un edificio de dimensiones considerables, es mucho menor al Templo Mayor de Tenochtitlán, que mide alrededor de 70 metros de largo en su última etapa constructiva.
El arqueólogo Jesús Sánchez, investigador a cargo de los trabajos en la zona, señaló que no hay referencias históricas específicas del lugar, pero suponían que por ahí podía estar el recinto sagrado porque en ese lugar se encuentra el Templo de San Lucas.
“La única hipótesis que se confirma es que el recinto sagrado y el Templo Mayor se encuentran bajo el Templo de San Lucas, es decir, se repite el patrón de toda Mesoamérica: bajo la plaza principal de los municipios de las ciudades actuales se encuentran las antiguas plazas prehispánicas.”
Los especialistas aún no saben si el templo estuvo dedicado a una deidad en especial o hasta dónde se extenderán los trabajos de excavación.
Calculan que la primera etapa del edificio está fechada entre los años 1200 y 1250 d.C., y tienen la certeza de que tras el avasallamiento de esas zona no se volvió a edificar nada sino hasta el siglo XX. No se han encontrado ofrendas ni enterramientos, sólo una gran cantidad de fragmentos de tepalcates y obsidiana.
Aunque los hallazgos no son nada espectaculares, los pisos con estucos y muros, así como algunos fragmentos cerámicos, recuerdan que al oriente de la ciudad de México estuvo una de las villa reales que rodeaban a la antigua Tenochtitlán, a la cual abastecían de víveres y protegían. Este lugar fue gobernado por Cuitláhuac, hermano de Moctezuma II, y sus pobladores se dedicaban a la agricultura en chinampas.
“Cuitláhuac murió un mes después de la batalla de la Noche Victoriosa (también conocida como La Noche Triste) y los iztapalapenses se mantuvieron fieles a Tenochtitlán. A Cortés le costó muchísimo trabajo derrotar a Iztapalapa, por esa razón lo primero que hizo fue arrasar la ciudad para que no quedara piedra sobre piedra. Entonces, haber localizado lo que queda del recinto sagrado, que fue un gran bastión de la defensa de nuestra cultura contra España, tiene una gran connotación ideológica e histórica”, explicó el arqueólogo Jesús Sánchez.
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